16 ene 2015

Egos

Elévalo, sabes? Estoy aquí para que vueles. Llegué para que escapes, de mí, de todos los yo, los míos y los que veo corretear día a día buscando a alguien como tú, dios sabe dónde.

Pero Dios no existe, o al menos no llora. No puedo agarrarle la mano, no puedo llorarlo en silencio.

Tú.

Tú aprietas y ahorcas, y a veces sin apretar. Escapa mientras puedas, yo te seguiré. Tu ego crece y el mío emerge, reluciente, conforme. Y si me conformo, seguiré volando. Espero contigo.

Espero que sigas volando.

Tú.

Te rezo a diario para saber que existes. Que sos. Que cuando me arrodille buscando lo sagrado, estés ahí. Que cuando me flagele, seas quien lo haga. O el látigo. El flagelo.

Dios.

Eres tan grande, que lo nombré sin que exista. Sólo el puede sacarte de mi cabeza, por un segundo. Y vuelves. Vuelve para ser mas grande, conmigo. Vuela, sé la que sé que serás volando.

Conviértete en Diosa, la única.

Hasta que no me conformes. O no quieras volar.

O hasta que crea en Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario