Elévalo, sabes? Estoy aquí para que vueles. Llegué para que escapes,
de mí, de todos los yo, los míos y los que veo corretear día a día
buscando a alguien como tú, dios sabe dónde.
Pero Dios no existe, o al menos no llora. No puedo agarrarle la mano, no puedo llorarlo en silencio.
Tú.
Tú
aprietas y ahorcas, y a veces sin apretar. Escapa mientras puedas, yo
te seguiré. Tu ego crece y el mío emerge, reluciente, conforme. Y si me
conformo, seguiré volando. Espero contigo.
Espero que sigas volando.
Tú.
Te
rezo a diario para saber que existes. Que sos. Que cuando me arrodille
buscando lo sagrado, estés ahí. Que cuando me flagele, seas quien lo
haga. O el látigo. El flagelo.
Dios.
Eres
tan grande, que lo nombré sin que exista. Sólo el puede sacarte de mi
cabeza, por un segundo. Y vuelves. Vuelve para ser mas grande, conmigo.
Vuela, sé la que sé que serás volando.
Conviértete en Diosa, la única.
Hasta que no me conformes. O no quieras volar.
O hasta que crea en Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario