18 oct 2014

Luchando

Escucho tus dioses que me hablan, que me dicen lo que te dijeron tiempo atrás. Te recuerdo, es así. Aunque me hayas olvidado, porque supe olvidarte cuando tus lágrimas tenían solamente mi nombre.

Me pegó de golpe imaginarte que sufrieras tanto, aunque sigo sin entenderlo del todo. Y demasiado tarde me llegó el choque, tan tarde como secos están tus ojos hoy. Gritaste ayer tan fuerte como hoy reís con tus soldados, marchando de noche en noche, de batalla en batalla.

Y yo acá, como siempre, luchando conmigo mismo.

Quedaron muchas cosas pendientes, mucho mundo por descubrir juntos. Así y todo, me siento más libre. Aunque los recuerdos vayan apareciendo en su verdadera naturaleza, y te ataquen en el peor momento, somos más libres.

Quizá es el consuelo de un tonto, pero lo cierto es que muchos días imagino qué hubiera sucedido si hubiera ido, si no hubiera fallado, si hubiera sido sincero. ¿Habrías querido lo que hay en el fondo? Espero que la próxima vez no te embobe un envoltorio, o peor aún, una idealización.

Cada día te sufro menos. Pero cada día, cada noche, cada segundo, caigo más en la realidad, de que algún pedazo mío quedó con vos.

Tal vez el peor.

13 oct 2014

Voyeur

¿Dónde me olvidé mi destino manifiesto? ¿Acaso es lo que ahora estoy haciendo?


No entiendo por qué. Me encantaría tanto poder salir y gritar "Señores, no existe la dualidad". Pero acá estoy, acá estamos. En el mismo bar pero en distintos tiempos. Lográndote ver pero llegando tarde al encuentro.

Escribiéndote mientras te desvivís, preguntándome la diferencia a con estar muerto. La evolución permanente termina olvidando por qué se quiere vivir, por qué se aferra a la supervivencia. Y la metafísica se muere cuando veo cómo reís. Y el ateísmo se muere cuando empiezo a imaginar por qué reís.

No es menos cierto que me encantaría deshacerme en frases comentando lo hermoso que era estar con ella, o con aquella. Lanzar miles de textos sobre las peripecias de amor y odio que rodábamos entre los dos y terminaban con mil finales felices y un gran amargo final. Pero no puedo, no hoy, ya no a esta altura.

Tampoco puedo pintarme villanos en el pasado.

Pero sí comprender que al fin del día estamos solos. Si se que voy a morir en soledad, entonces escojo vivir con vos, o con la siguiente, o con ambas. Y sobrevivirme a mí mismo, tratando de encontrar mi núcleo duro. Aprendiendo a evitar el perforar demasiado dentro como para perderme en el abismo, en el vacío.

Aunque haya muchas máscaras siempre en el fondo hay carne, y no queremos encontrarnos al otro día con muchas cicatrices en el rostro. Ahí necesitaríamos una máscara permanente, ocultar lo herido, lo contaminado, lo desfigurado. 

Y entramos en lo cíclico.

Diferentes espacios, diferentes tiempos. Las mismas sonrisas, los mismos deseos, las mismas versiones del universo se destruyen. El entorno pierde existencia. Pero si algo pierde coherencia, soy yo mientras te reís.

¿Cuán arduo sería sacarte la máscara? ¿Cuán mortales las heridas que ocultan? ¿Qué tan profundo permitirías que penetre?

Tenés la garantía de que jamás serías una villana.