12 mar 2011

La Suma de los Pecados

Comienza la obra, con todos cómodamente sentados. Fíjate, que el maquillaje no me evita notar la realidad. Nuestros ademanes, piruetas y locuras nunca serán más, pero necesitamos estar.

Necesitamos saber quiénes nos observan.

El miedo corrompe nuestra cobardía y nos lanzamos al estrellato, el éxito se vuelve rutina y las redenciones brotan por doquier. Quizá, por un momento, llegaremos a tocar sus pérfidos rostros, sus verdes billetes. Pero están atentos a nosotros, o a lo que hacemos...o a lo que ellos no hacen. Curiosamente normal que termine hablando de ellos, si terminan haciendo lo mismo conmigo. Tal vez no tenga su Brandy ni sus puros, pero tengo un placebo que seda mis penurias, que no tiene nombre propio y que en todo mí abunda.

Pero no es momento de bebidas ni de excesos, no de los míos, sólo los de ellos. Siquiera puedo decir que son patéticos, porque los que se ríen del otro son ellos. Puedo emular una sonrisa? una satisfacción? a qué edad se terminan esos caprichos, al final de la función?.

Se escuchan gitarras, cae el telón. El público alucina y estallando de emoción, pide continuación. Pobres mortales, no saben que el último día es hoy, que al aplauso final caerán los cadáveres y gritarán los infieles.

Que la suma de los pecados esté contigo.

2 comentarios:

  1. tranca, que todos vamos para el mismo lugar ;)

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  2. El tema es tener baile encima, que nadie nos quita lo bailado, salvo nosotros en la no acción. Laralá...

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