17 ago 2011

Monólogo de un Viajero

Al destino siempre le juego a las cartas,
le guiño un ojo y lo apuñalo por la espalda.
Construí un hogar con una rosa y treinta poemas,
en vez de alquilar un pen house pero sin biblioteca.

Lo visito cada domingo siempre,
y adoro la calidez de su vientre.
Un grandioso ser que descubrió que siente,
que no importe lo que pase no me miente.

Yo juego de noche con Artemisa al doctor,
y una vez cada cien años me siento el mejor.
Labios de redención y caricias de niña,
para acabar por unos segundos sin vida.

Muere el rufián y el pesimismo que lo jala,
Y a cambio un niño puede encontrar su Valhalla.

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